Mendoza 3 mayo 2013
traduccion ANNA PATERINO.
Ya ha
pasado casi un mes y medio desde la última vez que crucé la frontera chilena
para luego ir por los Andes y poner rumbo sur hacia Mendoza (la capital mundial
del vino, que en Argentina se considera también bebida nacional). Ahora,
dejadme hacer una pequeña digresión, no tengo ni puta idea de cuántas pueden
ser las capitales del vino. Aquí en Suramérica LOS CHILENOS SE ALABAN COMO
CAMPEONES MUNDIALES de la producción del néctar de los dioses, en Argentina se
ha convertido en bebida nacional, en cada rincón encuentras una feria
eno-gastronómica, catas “el famoso vino mendozino”, lees la etiqueta y
¡Lambrusco! (Un saludo a mi querido Lambrusco Emilia con burbujitas, compañero
de aventuras en Forlì, por sólo 1,75 euros).

Dejando de
un lado las retóricas románticas, hay una cosa que aquí en Mendoza me hace
sentir super bien : SER ITALIANO. No es por culpa de un momento de locura patriótica
que estoy escribiendo esto, ni nostalgia ni nada. Es una simple constatación de
la realidad. Aquí en Mendoza, y en general en toda Argentina, los italianos son
víctimas de un racismo al revés. Se
trata de algo positivo. Y yo, como todos los que somos
víctimas de un racismo bueno, no me quejo y sigo aprovechando de esta
situación. Argentina es el único país en todo el mundo en el que saben quién es
Berlusconi pero no sienten la necesidad de echártelo a la cara, como para
humillarte cada vez que conoces a alguien.
En Argentina nadie, riendo sarcásticamente, te va a decir: ahahah
Italia. Pasta, pizza porque aquí han aprendido el arte de comer pasta y pizza
mucho más que algunos italianos. Es obvio que nunca encontrarás alguien que te
diga “eres italiano, me gusta El Padrino”,
sobre todo porque puede que te cruces con uno de los sobrinos o bisnietos de un
Boss de la mafia. Sólo aquí conocerás estudiantes universitarios que se las
ingenian para acabar la carrera en la universidad gratuita (ningún gasto) y que
además durante cuatro años estudian italiano (pagando) simplemente por amor a
este idioma. Esto pese a que hablen uno
de los idiomas más difundidos en el mundo.
En fin,
Argentina es ese rincón del mundo en el que los estereotipos italianos no
impresionan en negativo sino en positivo. Ayer fui invitado a una clase de
italiano, en el Círculo de los amigos de la lengua italiana (uno de esos
queridos círculos que alimentan los cerebros argentinos con gramática italiana
a cambio de mucho dinero). Una chica se me acerca y me dice: “¿es verdad que los italianos del sur son más
vigorosos y calientes? Con lágrimas en los ojos, creo haber alcanzado un
orgasmo cerebral.
Paz Amor y
libertad!
Nessun commento:
Posta un commento