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sabato 22 giugno 2013

El Italiano (cit. Toto Cutugno)

Mendoza 3 mayo 2013 
 traduccion ANNA PATERINO.


Ya ha pasado casi un mes y medio desde la última vez que crucé la frontera chilena para luego ir por los Andes y poner rumbo sur hacia Mendoza (la capital mundial del vino, que en Argentina se considera también bebida nacional). Ahora, dejadme hacer una pequeña digresión, no tengo ni puta idea de cuántas pueden ser las capitales del vino. Aquí en Suramérica LOS CHILENOS SE ALABAN COMO CAMPEONES MUNDIALES de la producción del néctar de los dioses, en Argentina se ha convertido en bebida nacional, en cada rincón encuentras una feria eno-gastronómica, catas “el famoso vino mendozino”, lees la etiqueta y ¡Lambrusco! (Un saludo a mi querido Lambrusco Emilia con burbujitas, compañero de aventuras en Forlì, por sólo 1,75 euros).
Dicho esto, cruzar la frontera no ha sido ni chocante ni desconcertante. Llevo ya varios meses viajando y me he acostumbrado bastante. Nunca me cansaré de vivir cada mes en un sitio distinto, lejos de mi casa y cabeza abajo. Aquí, en el sur del mundo, todo es nuevo, mientras paseo por las calles de Mendoza siempre acabo encontrando rincones hermosos, como si estuviera en una peli.
Dejando de un lado las retóricas románticas, hay una cosa que aquí en Mendoza me hace sentir super bien : SER ITALIANO. No es por culpa de un momento de locura patriótica que estoy escribiendo esto, ni nostalgia ni nada. Es una simple constatación de la realidad. Aquí en Mendoza, y en general en toda Argentina, los italianos son víctimas de un racismo al revés. Se trata de algo positivo. Y yo, como todos los que somos víctimas de un racismo bueno,  no me quejo y sigo aprovechando de esta situación. Argentina es el único país en todo el mundo en el que saben quién es Berlusconi pero no sienten la necesidad de echártelo a la cara, como para humillarte cada vez que conoces a alguien.  En Argentina nadie, riendo sarcásticamente, te va a decir: ahahah Italia. Pasta, pizza porque aquí han aprendido el arte de comer pasta y pizza mucho más que algunos italianos. Es obvio que nunca encontrarás alguien que te diga “eres italiano, me gusta El Padrino”, sobre todo porque puede que te cruces con uno de los sobrinos o bisnietos de un Boss de la mafia. Sólo aquí conocerás estudiantes universitarios que se las ingenian para acabar la carrera en la universidad gratuita (ningún gasto) y que además durante cuatro años estudian italiano (pagando) simplemente por amor a este idioma.  Esto pese a que hablen uno de los idiomas más difundidos en el mundo.
En fin, Argentina es ese rincón del mundo en el que los estereotipos italianos no impresionan en negativo sino en positivo. Ayer fui invitado a una clase de italiano, en el Círculo de los amigos de la lengua italiana (uno de esos queridos círculos que alimentan los cerebros argentinos con gramática italiana a cambio de mucho dinero). Una chica se me acerca y me dice:  “¿es verdad que los italianos del sur son más vigorosos y calientes? Con lágrimas en los ojos, creo haber alcanzado un orgasmo cerebral.

Paz Amor y libertad!

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